Amedeo Clemente Modigliani (Livorno; 12 de julio de 1884 - París; 24 de enero de 1920) es uno de esos pocos artistas creadores de un universo propio, de un estilo único e inconfundible tanto en sus esculturas como en sus lienzos.
A los dieciséis años contrae la tuberculosis que le marcará la vida y finalmente le matará.
Desde 1902 en que se inscribe en la Scuola libera di Nudo en Florencia, Amedeo recorrerá varias ciudades italianas intentando formarse en el arte y en la vida. Florencia, Roma, Venecia y de aquí el gran salto a París que sería su realización como artista y su destrucción como persona.
Es posible que en cualquier otra parte también hubiese acabado mal pero es seguro que no hubiese realizado la obra que dejó.
Modí, maudit, maldito, en francés, como le llamaban sus amigos era un ser extremadamente sensible y sensual, elegante y distinguido y en 1906 llega a París que en ese momento es el centro de la vanguardia. En Montmartre conoce a todos, a Max Jacob, Van Dongen, Apollinaire, Diego Rivera, Soutine, Chagall, Derain, Matisse, Picasso…
Era un virtuoso con los pinceles, rápido, intuitivo y de brochazo definitivo a la primera y esta pintura Reclining Nude de 1917 como todas, la elabora de forma volumétrica con ojos de escultor, pareciera un dibujo coloreado pero nada mas lejos de esto, está trabajada desde el fondo hacia fuera en capas de oleo que le van añadiendo carnalidad y erotismo. El dibujo es sintético buscando decir lo máximo con las líneas mas sencillas posibles. El intenso rojo del lecho y ese blanco azulado de la almohada no hacen sino añadir sensualidad a la escena, mientras ese fondo oscuro matérico le proporciona la profundidad necesaria para sacar el desnudo al primer plano. La mirada de la mujer es una llamada, dulce y provocativa a la vez.
Cuando después de una etapa pictórica, Modi decide dedicarse a la escultura de forma exclusiva discute una y otra vez sobre ella con Brâncuşi y ambos se amamantan de volúmenes y de técnicas mutuamente.
Teniendo en cuenta que tan solo vivió 35 años mientras Brancusi o Picasso doblaron sobradamente esa edad., cabe preguntarse qué obra hubiese realizado si hubiese vivido el doble y hubiese tenido una discreta salud.
No nos engañemos, Amedeo que era un ser muy inteligente supo muy pronto que esa maldita enfermedad contraída a edad tan temprana le mataría mas pronto que tarde y es mi opinión que esa convicción es la que le hace apurar la vida desenfrenadamente como si se tratara de un vaso de absenta que se acaba si paras de beber. Disfruta de todos los placeres que se puede permitir y no cuida su salud lo más mínimo, salvo cuando las fuerzas ya no le sostienen ni las piernas y entonces retorna a su Livorno natal para recuperarse y poder tirar otra temporada.
Esa es para mi la clave de su comportamiento desenfrenado y así se ahíta de alcohol y va de mujer en mujer incluso cuando desde la primavera de 1917 en que la escultora rusa Chana Orloff le presenta a su amiga Jeanne Hébuterne, una estudiante de arte y pintora de 18 años inicia una tormentosa relación que dará fruto a la hija Jeanne un año después.
La ama apasionadamente como a ninguna y le es infiel porque no lo puede evitar o no quiere, devora la vida compulsivamente como si cada día fuera el ultimo, se pelea con sus amigos, con sus amantes, gasta bromas pesadas, destruye obras, suyas y ajenas. Va aniquilando lo mas preciado, su propia vida, sabiendo que por mucho que se cuide Tánatos le aguarda agazapado en la primera esquina.
Modigliani crea un mundo absolutamente exquisito, de sublime elegancia y lleno de una sensualidad real, carnal, para alcanzar finalmente su obsesión, el esplendor de un mundo hermosamente idealizado, un nuevo universo creado por él.
Sumergirse en sus lienzos o en sus esculturas es salir ebrio de belleza tan excelsa, tan plena, que te deja marcada las retinas y la cabeza te da vueltas como si te hubieses bebido la mejor botella de Burdeos.
Quiso ser escultor mucho mas que pintor y se lo impidió, una vez mas su salud, sus pulmones que no podían tragar el polvo que desprendían los golpes del cincel sobre la piedra y sus escasas fuerzas que a veces apenas le permitían sostener el mazo. Aun así dejó una serie de las mejores esculturas de la Historia del arte a la que nos dedicaremos un buen día.
Por eso abandona la escultura y se dedica a pintar desnudos y retratos. A sus modelos les arrancaba el alma y la pegaba en el lienzo para la eternidad. Sus desnudos son reales, vitales, carnales pintados para el goce de su contemplación, tanto que cuando los expone escandalizan a la nada pacata sociedad parisina y falta poco para que sean retirados.
Amedeo Clemente Modigliani, el príncipe de Montparnasse, muere de meningitis tuberculosa una fria y triste tarde del 24 de enero de 1920. Unos días antes había pedido el permiso al gobierno francés para contraer matrimonio con su amada.
Al día siguiente la bellísima pintora Jeanne Hebutterne que a la sazón cuenta 21 años y está embarazada de nueve lunas no puede respirar sin Amedeo y se quita la vida.
El caso de la joven pintora Hebutterne conforma uno de los episodios más tristes y del máximo sacrificio de la vocación y de la propia vida por el amor a un hombre en un ejemplo de enajenación al que nunca se debiera llegar, lo que lamentablemente comparte con la espléndida escultora Camille Claudel.